En términos estrictamente etimológicos la eutanasia se define como el homicidio asistido o acto de poner fin a la vida de forma intencional con el propósito de aliviar un sufrimiento. En bioética, un acto puede ser una acción positiva o una omisión, entonces, la eutanasia sería un acto libre que por acción u omisión que causa la muerte de otra persona con el objetivo de aliviarle un sufrimiento importante. La segunda definición, tomada desde la arista de la bioética, es referida en entrevista por la Dr. Paulina Taboada quien es especialista en Medicina Interna de la Universidad de Chile y fue directora del Instituto de Bioética de la PUC. Desde esta perspectiva, una cosa queda clara con la eutanasia: su práctica está directamente relacionada con la condición de autonomía de la persona humana debido a que un tercero ejecuta la muerte. Eso hay que tenerlo claro y va más allá de la definición de un diccionario.
Hay diferentes definiciones de eutanasia alrededor del mundo. Otra de ellas hace referencia al acto de un médico que pone fin a la vida de un paciente por solicitud de este. Taboada cuestiona esta definición debido a que se aleja muchísimo a lo que ella plantea y se ha dedicado a estudiar. “Me parece una falacia señalar que solo los médicos pueden provocar la eutanasia. Cualquier persona puede practicarla”, explica. Esta distinción se ejemplifica en los diferentes escenarios en los cuales un caso de eutanasia se pueda ejercer, porque ¿qué pasaría si un soldado moribundo en el campo de batalla le pide a su compañero un tiro de gracia? Bueno, quizás sea un ejemplo extremo. Pero a lo que apunta la doctora es que en el ámbito de la salud también lo puede ejercer un enfermero o incluso un familiar.
Sin embargo, Taboada es tajante al señalar que en lo personal ella no está de acuerdo con la práctica de la eutanasia debido a que esta conlleva a “un atropello al derecho fundamental de la vida”. Además, “los médicos no han sido adoctrinados para quitarle la vida a sus pacientes sino a que a salvarla”. La docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile distingue tres tipos de eutanasia: Voluntaria, Involuntaria y No Voluntaria. En la Voluntaria, el paciente solicita –desde su capacidad de decisión– que le realicen la eutanasia. En la Involuntaria, el paciente no la pide pero podría pedirla porque aún está consciente pero que finalmente un tercero decide por él. Y la eutanasia No Voluntaria, el paciente está totalmente en un estado de inconsciencia y otro decide, realizando un atropello a su autonomía. En los tres casos, a la dra. Taboada le parece que el concepto de solicitud del paciente no debiese aplicar porque, como ha señalado anteriormente, el derecho a la vida es el bien más preciado que tenemos.
La libertad es un concepto delicado en esta discusión. Nuestra actual sociedad democrática demanda, por un lado, que cada persona ejerza lo que quiera debido a que estaría en todo derecho a realizarlo. Desde esta perspectiva, si una persona decide “acortarle” el sufrimiento a otra, puede hacerlo porque está en toda su libertad de acción. Entonces, la eutanasia, en este régimen liberal, podría pasar por alto la autonomía del paciente. ¿Pero qué pasa con la libertad de elección del paciente? Por eso la libertad es una idea compleja, porque tanto paciente, como familia y médico defienden un punto de vista al momento de decidir.
La medicina paliativa es un conjunto de mecanismos que ayuda a inhibir los síntomas de dolor en los pacientes. Paulina Taboada cree en esta herramienta. No es partidaria de terminar con la vida de una persona para terminar con su sufrimiento pero sí cree en la sedación del dolor. La paliación del dolor implica la participación de un equipo interdisciplinario: médicos, enfermeras, nutricionistas e incluso capellanes y psicólogos, porque la compañía emocional y espiritual es fundamental para este proceso.
Pero ¿qué pasa en los casos donde la enfermedad ya está en punto terminal? Y ese es, probablemente, el meollo del debate que actualmente nos involucra como sociedad. ¿Qué pasa con la decisión de no querer “seguir sufriendo” y tomar la eutanasia como un acto deliberado?
Más allá de todo juicio valórico-moral, hay que tener siempre claro que la eutanasia es un concepto de demanda el conocimiento de aspectos que superan lo médico. La autonomía, la libertad y por sobre todo, la idea de persona humana, son cosas que tenemos que tener en cuenta. La aceptación de la muerte también es proceso ético. Y más aún cuando se logra encontrar paz en medio del dolor.