La vida de los seres humanos es altamente compleja. En un periodo finito de tiempo, los humanos establecen conexiones entre sí mismos, su ambiente, y sus propias ideas, todo sumando al efímero fenómeno que es la vida.
Parte de la existencia humana, más bien, de la existencia como ser vivo, es la conciencia del hecho que la muerte es certera para todos. En vista de esto, los seres vivos poseen una tendencia a la preservación, ya sea a nivel de especie, lo cual implica la formación de nuevas generaciones para perpetuar el material genético, o a nivel de individuo, que implica preservar la integridad propia, y en el caso de los humanos, perpetuar el conocimiento y la experiencia en el tiempo(i).
Con el objetivo de la preservación, los humanos han desarrollado diversas técnicas para lidiar con el intrínseco miedo a la muerte, desde la investigación y la práctica de hábitos y procedimientos para prolongar la vida, hasta la deconstrucción y replanteamiento del concepto de la muerte, creando el concepto de “la vida más allá de la muerte”, lo cual varía en características según la cultura que trate, pero de todas formas se sostiene un concepto meramente teórico y no perceptible.
Ante la incertidumbre, grupos alrededor del mundo sostienen la búsqueda de la prolongación del estado perceptible o físico, que se extienda más allá de la práctica de una “vida sana”. Esta idea se acopla al surgimiento de diversos avances tecnológicos y científicos en la época moderna y contemporánea, los cuales abren nuevas posibilidades para la extensión de la vida, dándose origen a la corriente del inmortalismo.
El inmortalismo es una corriente que se guía por el deseo de “vivir para siempre”, y sostiene que este objetivo es posible si se aplican las medidas tecnológicas necesarias. De este ideal surgen distintas propuestas que sugieren la preservación de la integridad humana en distintos niveles.
Por un lado, están las ideas que persiguen la preservación física o corporal, donde destacan el uso de maquinaria y tecnología para mejorar y sostener el material orgánico de forma indefinida. Otra corriente propone la criogenia, la cual consiste en la aplicación controlada de muy bajas temperaturas para preservar un cuerpo de forma relativamente indefinida hasta que, en un futuro, los avances tecnológicos consoliden métodos accesibles para el público para obtener la inmortalidad.
Por otro lado, se encuentran planteamientos que sugieren una preservación más bien mental, los cuales se ven acoplados al transhumanismo, y sugieren la posibilidad de transmitir y descargar la conciencia humana hacia una máquina, de manera que se elimine el problema de un cuerpo perecible y se perpetúe la esencia y cognición de una persona en el tiempo, de manera que estos se sigan expandiendo y expresando a pesar de estar en un artefacto mecánico.
Existen distintos argumentos para apoyar o refutar el inmortalismo, los cuales pueden provenir de distintas áreas del conocimiento. Desde el punto de vista científico, existen estudios y experimentos que favorecen la posibilidad de la criogenia y la robótica. El frío genera un enlentecimiento del metabolismo y, a pesar de que a los pocos minutos en estas condiciones el cuerpo sufre de hipotermia y cesa la actividad, se ha investigado la posibilidad de sostener el estado previo a la muerte, para así mantener la actividad cardiaca y cerebral leves pero estables a bajas temperaturas, como detenidas en el tiempo, para luego poder reanimarlas. El estudio de la robótica ha ido en ascenso en los últimos años, ejemplos como el perfeccionamiento del marcapasos, el ventilador mecánico, el uso de prótesis cada vez más avanzadas, entre otros, han logrado mantener la integridad corporal de sujetos en decaimiento durante un tiempo limitado. Son avances que tienen un largo camino por recorrer pero que han sentado un precedente al respecto.
El principal freno de la posibilidad de inmortalidad es que simplemente el cuerpo, como todas las cosas, no está hecho para vivir para siempre. Lo más cercano a la experiencia inmortalista a la que se ha acercado el humano ha sido la extensión de la expectativa de vida, y si bien esto es evidencia de grandes avances en favor de la salud y el desarrollo, también ha expuesto nuevos desafíos relacionados al decaimiento de las células y el material genético. Ejemplos famosos de este problema son el Alzheimer, el Parkinson, la Demencia Senil, la Osteoporosis, y el resto de fenómenos asociados a la senescencia. Bajo ciertas condiciones estos padecimientos pueden retrasarse o amortiguar su impacto en el cuerpo de forma transitoria, pero, aún si encontraran curas para estos problemas, la evidencia sugiere que el decaimiento normal de las cosas, tanto orgánicas como inorgánicas, adoptaría la forma de nuevos problemas(ii).
Desde un punto de vista social, se debe evaluar la implicancia de “vivir para siempre”, asumiendo que esto fuera posible. Por un lado, se cumpliría el objetivo del ser humano de “preservarse”, aumentando así la oportunidad de cada individuo para enriquecer su vida y la sobrevivencia de la especie. Sin embargo, esto generaría nuevas problemáticas que se pueden extrapolar del ya presente fenómeno de la sobrepoblación, ya sea encontrar espacio y soporte para mucha gente inmortal, tanto física o “digital” como sugiere la propuesta transhumanista. Como sucede en el presente, no sería erróneo asumir que estas “posibilidades” se convertirían en “privilegios” y generarían una nueva brecha y lucha de clases entre aquellos con los recursos para acceder a estos y los que no(iii).
En conclusión la propuesta inmortalista, aunque posee la intención noble de “preservar y aumentar la vida” no evalúa las consecuencias que esto implica, tanto biológica, como socialmente en el individuo y en la sociedad. En general la postura se sostiene en la delegación de estos problemas a la humanidad del futuro, sin perjuicio de cómo esto abrumaría a las generaciones futuras a seguir “desafiando a la naturaleza”.
Referencias
(i)Darwin, C. (2004). On the origin of species, 1859. Routledge. Alcor Life Extension Foundation (2018).
(ii)Alcor’s Mission Statement, extraído de https://alcor.org/AboutAlcor/mission.htm
(iii)Suda, I., Kito, K., & Adachi, C. (1974). Bioelectric discharges of isolated cat brain after revival from years of frozen storage. Brain research, 70(3), 527-531.
Imagen: https://pijamasurf.com/2016/01/sobre-la-ilusion-de-obtener-la-inmortalidad-a-traves-de-la-tecnologia/