Según un estudio realizado el 2015 por elInstituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS), 4 de cada 10 chilenos[i] confía en el sistema de trasplantes del país. La cifra es preocupante porque además de haber un déficit en la cantidad de donantes efectivos –solo 7 por cada millón de habitantes– demuestra la falta de compromiso de la ciudadanía hacia este tema. Un ejemplo de tasa de donación exitosa es la de países como Uruguay, con 18 por cada millón de habitantes y España con 36. En Chile, entre enero y junio del 2016, 139 cirugías correspondieron a riñón y la lista de espera por este órgano fue de 1726 personas[ii]. Otro dato que arroja el estudio realizado por la Corporación del Trasplante es que hubo 38 hígados para una lista de espera de 116 pacientes pero a diferencia del riñón, el tiempo de espera es de nueve meses en promedio.
¿Y qué hay de órganos más vitales como el corazón o el pulmón? Según cifras del Ministerio de Salud[iii], entre febrero del 2015 y febrero del 2016 hubo solo seis trasplantes de corazón mientras que de pulmón fueron cinco. La lista de espera de pacientes para un pulmón es de 44 y la de corazón es de 22.
La carencia de donantes para órganos tan indispensables como estos junto a una larga lista de espera, son aspectos que un generan conflicto entorno al sistema de trasplantes en Chile. Tanto a Felipe Cruzat (2010) como a León Smith (2016) necesitaban un corazón pero fueron víctimas de las bajas cifras. Jacinta Zañartu, otro caso emblemático de este año, sufrió la espera por partida doble: ella necesitaba un pulmón y un corazón. Y pese a que los recibió, no le fueron compatibles.
La prensa y la desconfianza
Cuando se habla de casos emblemáticos es inevitable pensar en la exposición mediática y en toda la campaña que la misma familia del afectado genera para tener un donante. Algunas personas creen que eso está bien porque es un llamado a la donación de órganos y un incentivo hacia una buena causa. Pero otros, más escépticos, lo cuestionan porque no garantiza el aumento de donantes. Dentro del segundo grupo está Pedro Becker, médico cardiocirujano de la Universidad Católica. “Estas campañas generan un efecto contraproducente porque causan un cuestionamiento en la sociedad acerca de por qué esa persona y no otra”[iv], señala.
Los medios no influyen en que la lista de espera avance o retroceda porque ese orden es definido por el Instituto de Salud Pública. Pero la prensa y las campañas hechas por las familias sí hacen que un caso sea más visible que otro y provoque cuestionamientos hacia el sistema.
Pablo Arancibia, ingeniero civil de 32 años, fue trasplantado de riñón en el 2013. Vive en Santiago y desde el 2014 que participa activamente de las Maratones de Santiago. Pablo tenía insuficiencia renal y el tratamiento con pastillas no era suficiente por lo que la mejor opción era recibir un nuevo órgano. Esperó siete meses y entre tanto su madre, María Trecaman, veía este acontecimiento como algo lejano. “No le teníamos fe a esto de las donaciones de órganos. Pensábamos en que teníamos que tener dinero para que nos tomaran en cuenta. La mayoría de los casos que aparecían en la televisión eran así: muy conocidos”, dice la mamá de Pablo.
José Luis Rojas, médico y coordinador nacional de Trasplantes del Ministerio de Salud, aborda la desconfianza y los mitos en torno a la donación de órganos en una columna de opinión publicada en el sitio web de la Corporación de Trasplante[v]. Entre los prejuicios a desmitificar, uno muy común que tiene la gente es la diferencia del nivel socioeconómico o que el dinero influye para hacer efectiva la donación. No obstante, Rojas es enfático al señalar que eso no es un factor que intervenga porque “La lista funciona con criterios estrictos según el órgano involucrado, tanto para ingresar a la lista de espera como para ser considerado en calidad de Urgencia Nacional”.
Ana María Arriagada –directora de la Corporación del Trasplante– señala que el problema de la lista de espera está en la desaprobación de las familias, cifra que alcanza un 63%.[vi] “El caso de Felipe Cruzat ayudó a cambiar una ley, lo cual fue muy bueno. Pero todos estos casos mediáticos hacen visible el problema pero no aumentan los donantes. Chile tiene una cultura del trasplante muy poco desarrollada, ese es el problema”, añade Arriagada.
Como un círculo vicioso, las listas de esperan se alargan por la falta de donantes y la carencia de estos está determinada, entre algunas cosas, por la desconfianza de las familias hacia el sistema de trasplantes. Sea la razón que sea, ojalá en un futuro cercano esta realidad cambie. Porque si la vida de una persona depende de una lista de espera tan grande y de pocos órganos disponibles, es un problema grave.
Referencias: